Algunas veces, cerramos los ojos. No para no ver la realidad, sino precisamente, por no ver algo que no es cierto.
A veces le damos a la realidad una oportunidad de ser falsa. Sólo cuando lo que que queremos mantener intacto es de gran valor.
Somos capaces de dudar de lo evidente y arriesgarnos al error, de hacer lo incorrecto para mantener las cosas que queremos. Eso es la sinceridad pura. La sinceridad hacia dentro.
Y tambien es tenerlo claro.
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domingo, 31 de enero de 2010
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